lunes, 26 de enero de 2015

veritaserum


Han sido esquivas las ganas de crecer; siempre, y de creer; a veces. Relativamente incierto que todo lo negro termine un punto de luz; al igual que la oscuridad: ineficaz, inútil, trémula; albergue esperanza alguna de brillar. 

El yin y el yang lo llamaron aquellos que no aguantaron cada una de nuestras resacas. Aquellas batallas entre deidades. Sin ningún esfuerzo, se olvidaron de la explosión. A pesar de que las ondas rebotaran en todas y cada una de las paredes de mi cráneo. Quedó en el olvido, también, la claridad al arrojar piedras al río y la tranquilidad que proporciona conocerse. Tantos conflictos entre cientos y la suerte que solo es un peón más. Inquietos jugadores y más de un millón de espinas en aquel rosal. Si sentimos el abrazo de las despedidas al pasar y la inconsciencia de querer seguir en cuarentena por cualquiera. Para qué diferenciar si no somos lo suficientemente perspicaces; nos auto-engañamos al reflexionar que pensamos o que vivimos, cuando nuestro conocer se reduce a que existimos para vivir y; lamentablemente; en realidad, sobrevivimos. 

Por eso tejemos nuestras acciones en la cuna del miedo. Que nos reprime y esconde, a veces. Y, siendo sinceros, qué podemos esperar si nos empeñamos en buscar una aguja en un pajar; algo que solo nos puede pinchar. Si somos pura autodestrucción. 

En fin. Si somos, los de siempre, en el mismo lugar. 

jueves, 1 de enero de 2015

Ajeno

Si entre lo amargo y lo dulce, de las lagrimas que no terminan de caer, se encuentra ese matiz casi imperceptible de agotamiento; qué culpa tenemos nosotros de no ser buenos.
Si por más que lo intentamos esa niebla nos empaña la visión. Adjuntamos la capacidad de reacción con la de sentimiento. Y eso nos permite equilibrarnos, pero solo por un tiempo. Porque pasan los días y nosotros seguimos respirando un aire viciado, dudando, por momentos, de lo caro que nos sale y hablo noches sin dormir luchar por quien queremos. 
Las bases establecen un conflicto bélico, circunstancial. Casi mágico. Porque sé que hice adrede lo de evitarte la mirada. E, indiscriminadamente, aunque las cosas suban y bajen, siempre sabemos encontrarnos nos encontramos  en el mismo punto.
La armonía es maravillosa. Y somos pura simetría. 
En cambio
Lo de la esencia
Va en cada uno 
Y eso 
no es maleable.