lunes, 21 de marzo de 2016

Baila


A escondidas, mirándonos. A través del espejo que empañamos de duda y temor. Ante esta falta de valor, el ego se esconde y presiona, asfixiándonos, porque el espejo se transforma en cristal, tan nítido como mis miedos, y tan frío como dejarte de buscar. No hablamos, pero nos comemos con los ojos. Y contemporizamos; tanto, que la ausencia de tu aire acaba por mostrarme agorafóbico. Priman siluetas en la niebla, huellas incompletas, un olor que no consigo todavía memorizar. Priman carcajadas que no suenan, labios desteñidos, un roce desprovisto de perdón. Priman caminos que no llevan a Roma, montañas que se rompen al pasar. Prima el mar y ver como te alejas con las olas. 

La mariposa danzaba, sus alas bailaban al son. Frágiles y poderosas. Portáis desastre ambas dos. 

Fui yo mismo quien redacto el cuento. Quien te dibujó, quien te hizo heroína. Página a página, trazo a trazo. Tibio pincel delicado. Se nos quedó pequeño el argot. Jamás pensé en ver las hogueras prender con tus páginas. Observé que la tinta no extraña mi ánima y se funde con ella en el mismo color que anoche me acuchillaba. Llegué a casa empapado en burdeos. Tú en rojo eléctrico. No fue una noche de dos. Ni dos noches sin miedo. Son muchas horas de cuento que concluyen en un espejo, empapado con el vaho de tu ausencia y de mi mismo, echándome de menos. 

La mariposa danzaba, sus alas bailaban al son. El día terminaba. La mariposa marchó.