viernes, 21 de julio de 2017

Magia

Caía el alba y sólo tu cabello ondeaba, tanto, que hasta el viento parecía disfrutar. Y yo también, para qué engañarnos. Te deslizabas por aquel camino de guijarros con agilidad, dejando una estela de energía y aroma a limón en verano. El sol bañaba tu piel, henchido tórax, posterior sonrisa de orgullo. Creí comprender el objetivo y fueron las causas lo que verdaderamente importaba. Te pierdo a semanas, como si de antojos se tratase. Pero vuelves con la fuerza de los huracanes. Descolocas todo a mis pies y volteas mi ser. Y yo me quedo embobado, pensando en si esta vez no será un espejismo y decides quedarte a vivir en mi oasis. Cómo encandilarte, me pregunto, si solo puedo prometer arena en relojes, charcos de paz, pasión animal. Agarrándome a cada palabra que me regalas, enganchado a cómo piensas, a como amas. Porque sí, verte sonreír es prioridad. Es casi como aquello que una vez te planteé, aunque no lo recuerdes. Imagínanos entre fotos, entre hechizos y cometas. Volamos más cerca de lo que creemos estar. Y, mientras, yo aguardo impaciente el día que pueda verte correr en las laderas del país donde nace el sol. Después, pasear por aquellos dibujos que he memorizado. Perderme en las líneas de nuestro libro favorito. Y encontrarte al otro lado. Hasta que la magia nos separe.