domingo, 24 de julio de 2016

Vivir juntos, morir solos

Todavía sigue esperandome y yo, realmente, también sigo esperándole. Pero aún no he encontrado las fuerzas. El tacto de sus hojas, herméticas; que pesan cada vez que busco avanzar. Cada palabra es una aguja y cada frase terminada un minuto menos. Raro el espacio se hace juntos y tiempo lobo con piel de cordero. Olor añejo, como a portal. Estómago encogido y náuseas, de nervio; de hogar. Baja presión en los latidos, sonido seco. Mi milla verde tiene 682 pasos, como cada una de sus páginas. Narración desconocida, densa grafía. Me pesa hasta el verlo al pasar. Desconocimiento salvador, me juré no leerlo por no terminar.

Cada persona que bien me conozca sabrá de mi absurda mala manía de leerme siempre la última palabra de cada libro antes de comenzar con él. Bueno, pues este caso es el único que poseo cuya última palabra sigue oculta para mí.

Hay historias que es mejor que permanezcan ocultas. Sólo por lo que simbolizaría terminarlas.

Gracias por leer este pedazito de mí, que ya tocaba.

Vivir juntos, morir solos