lunes, 11 de enero de 2016

Arena y mar

No fue el retroceso lo que nos mató. Ni aquella gravedad exacerbada cuando caía por tus manos. Tampoco fue la melancolía al escuchar cantar la lluvia y ver las gotas danzar. No fue, ni si quiera; la nitidez de un umbral vacío; ni la impaciencia de un niño; ni el desconcierto, al encontrarse perdido en la cama. Habíamos pisado terreno dejado, ocupados, entretenidos; el uno en el otro, tu en mis pasos, por si me perdía; yo en los tuyos, por si no nos encontrábamos. Habíamos atracado bancos de estrellas para escaparnos fugaces en sueños que todavía parecen reales. Y hasta habíamos localizado el único lugar del planeta donde chillar callados; yo sumergido en la profunda espesura de tus ojos, tú en el ardiente fuego de los míos. Conocía de memoria el trazado de cada uno de tus gestos, de tus manías; al igual que tú lo conocías de la más vieja de las mías. Mis gestos, en cambio, eran incógnita bendita; me moría porque los estudiaras con cada puesta de sol. Detrás de aquel arco, de aquella mezquita, de aquel pueblo, de aquella ciudad que me escribiste un día y que yo conservo; porque jamás palabras tan sencillas habían esculpido tan bello país; te escondías, y yo te encontraba por ese olor a honor y a rabia que desprendías. Aunque nada satisfizo al león, aunque nada satisfizo al lobo, intentábamos domarnos el uno al otro. Aunque el burdeos bañara al león. Aunque el burdeos bañara al lobo. Siempre respaldándonos, jugando, inconscientes, de que el mundo algún día dejaría de girar a nuestro son; las ganas eran garras y colmillos; el tiempo un enemigo intransigente; y el adiós tan necesario como la respirar.

Era irrefrenable que todo se descosiera, al fin y al cabo la guerra es la guerra. Y los dos queríamos ganar. Todavía me tiemblan las piernas y se me encoge el pecho. Estalló la luz del orbe, regalando quejidos y arrasando las miríadas de torres de papel que construimos a base de estigmas en la piel. Nadie puso freno al huracán. Rompimos filas y salió esto. Y así nos vemos. Tu tan de mar y yo tan de arena.


'... no siento las palabras, poquito amor'