domingo, 7 de diciembre de 2014

Apatía

Y crucé la calle. 
Y empapado entré en aquel bar. 

- ¿Qué le pongo?
- Un tercio, en vaso frío
- De acuerdo

Cogí un bolígrafo, una servilleta:

    No sin más, descubrir que es un grado tanto la experiencia como saber encajar. Y dejarme llevar hasta el extremo y sentirme lleno de vitalidad cuando la lluvia se precipita por mis párpados, cuando se rozan nuestras manos, por un momento. La locura sólo es para unos cuantos cuerdos. Y los años, en cambio, un cuento para obligarnos a querernos. 
    Me gusta ver como cae el sol por esos prados verdes que frecuento a veces. La forma en la que nos hundimos juntos entre notas. Acompañado, también, de una versión más pequeña de mi. Que me pide que le conduzca, que le aleje, de lo gris que veo las cosas siempre. 
   Efímero. Como una lucha de egos de uno solo; que se produce por el miedo a asumir lo que en realidad se quiere. Lejanía caracterizada en tiempo y despedidas. Abreviemos los conceptos. Usamos la palabra odio para argumentar lo obvio. Y nos quemamos. Hasta el hueso.

Hay días que me comería el mundo. Otros, sin embargo, temo. 
Por eso hay días que sé que soy. Y días que, simplemente, estoy. 

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