También no volver a recordar aquel olor a amanecer, y a protegerme.
Si puedo.
De lo larga que es la espera desde el otro lado del mar, imaginando que todo se va y tú te quedas
contando
los segundos que pasan, entre que respiras
y yo te miro
y tú sonríes
y aparto la mirada, porque sé que lo que viene después.
Aun sabiendo que las 24 horas del día se me quedan cortas, me he prometido tranquilidad.
También no volver a recordar aquel paisaje, y a protegerme.
Si puedo.
De lo largo que son los inviernos, si dejáramos de compartir el calor
el mismo calor
que acabara por derretirnos las ideas
y nos dejara a merced
de los instintos
animales
y los aullidos mas salvajes; los nuestros, digo.
Aun sabiendo que los 60 segundos de un minuto no bastan para explicarme,
porque nunca he sido muy de hablar
he querido reducirme, solo,
a las mil maravillas que supone imaginarte
en mi cama
y tocar en tus costillas
nuestra canción favorita
y terminar dibujando por tu espalda
cada uno
de los atardeceres que nos quedan por oler.