sigue sin haber madrugadas sin música
aunque ahora sea todo más complejo
la profecía auguraba vientos provenientes del norte
y tardes
a oscuras,
escuchando tus cantos de sirena
y, resignado
y
atado a las inseguridades
he dejado atrás los retales de mi cuaderno
de bitácora
simplemente
porque no me gustaba la portada
y siempre he sido muy perfeccionista
y siempre dejo una ultima gota en el vaso
y un último pedazo en el plato
y, seguidamente, lo rompo todo contra el suelo
por si un día me da
y me voy sin hacer ruido
que quien se lo encuentre sepa que no viví en silencio
también me rasgaré la ropa
y sembraré dentro
de mi
la semilla de la autoapatía
para que cuando me aleje
y me entren ganas de volver de nuevo
recuerde esto
y me corra pensando en la suerte que tengo
de estar conmigo
de estar perdido
y de estar puesto
de vida hasta los topes.
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