domingo, 17 de abril de 2016

superhéroe

Me recuerdo entre celdas de dedos y cuerdas que formabas con tu voz. Me recuerdo entre bocanadas, entre suspiros y gracia al andar. Me recuerdo observar los dibujos de tu vestido, mientras girabas y te reías a carcajadas. Me recuerdo estar y no estar cada vez que me mirabas. Locura exacerbada, ramos de flores violeta. Decidimos ser aquella mar revuelta. Un velero en ultramar. Decidimos ser tormenta, tempestad. Posponer la calma, la paz. Reducirlo todo a cuarenta y dos gramos; espejos cerrados y ojos abiertos de par en par. Observar como reluce la luna al pasar y notar que te espía, con aquella ambición que generas, con esa pasión que despiertas, con ese tupido olor a hogar que desprendes. Seré bandera si la guerra baña tus labios y la garra de lobo que tumbe al león. La tinta en tus folios rasgados. El robo del fuego a los dioses si me pides pecado. Seré un poeta callado, un retorno a la primera vez que nos miramos. Seré cristal opaco. Un zafiro afilado por tus manos. El cincel de tu cuerpo pálido y la sombra en tus palabras cuando chilles de amor. Puro roto espacio, acorde lengua de tocarnos. Suspiros y escalofríos; vacío rodeados de gente, restos de desgana insuficiente, nieve fundida en la arena del mar. Y al respirar, procurar ser autodestrucción, para que nadie encuentre restos de por qué. El tesoro se queda escondido, y yo me quedo con él.

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