miércoles, 5 de abril de 2017

Bagaje

Colgué tu dibujo de la pared de mi cuarto deseando sentirme el principal protagonista. Tu eterna ausencia, tu actitud esquiva, los lazos de seda que me tiras sin querer. 
Acomplejados extremos me miran, pensando. Dudamos qué ser sin creer las mentiras que formamos, que formo, en vida. Alegorías. Paulatino reflejo animal. 
Dorado león, que tiñes de burdeos tu casa. Rugido feroz y dura coraza. Ojalá perderme en tu estela de plata, cuando esprintas y evades problemas y causas.
Mentiría si dijera que no anhelo tu voz en mí. Que no enloquecería tejiendote un traje con besos. Que tus labios carmín no son, en si mismos, un fin, sino un medio. Que tu blanco corazón no late al son del mío. 
Soy capaz de imaginar el mar a miles de kilómetros. De escalar montañas. De naufragar si quiero. Sabiendo que estarás en la distancia, en aquella cima o en el más remoto rincón del océano. 
Después, reflejarme en tus ojos, después. Tus labios que chillan celosos. Entrelazamos los dedos. Complices de nuevo. Después, no somos nada más que polvo de cristal. 
Auguraron sobre nosotros en bailes. Rituales de magia y crueldad. La profecía dictaba. Y tu te reías. Y me susurrabas: "no importa que ocurra al final".
Paralelismo en tu mirada, nada en mis manos. Flor de coral sumergido. Te vistes en cuerpo de jade. Te escondes en un bosque prohibido. La luz que proyectas en cada camino. Lo dulce que suenas con cada sonido. Lo etéreo que sugieres. Lo fresco que formas. Perdido en tus normas y en tus latidos. 

Ojalá poder explicarte, que hace tiempo que no creo en casualidades. Que mi milla verde termina en tu carne. Que ojalá ver amanecer contigo. Caer la flor del cerezo. Ser tu abrigo. Ojalá reciprocidad. Ojalá tú ser conmigo. 

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